Andando por el bosque

Caminando por el bosque, pensativo, cansado y hambriento; hace poco más de 2 años que había dejado a su aldea en busca de la supuesta aventura, siguiendo los pasos y costumbres de aquella extraña cultura que había vivido siglos atrás en los enormes templos que encontró en aquellas montañas cerca de su pueblo nativo.

Ahí estaba Qiáo Jié, o como le solían decir en su pueblo Jié o “Chido”, caminando con pocas provisiones y recursos, pero lo que le pesaba más era que estaba caminaba solo, aunque nunca fue muy social en su antigua vida como aldeano del reino tierra, caminar prácticamente solo por 2 años había logrado hacerle dudar sobre si había tomado una buena decisión…

*Soliloquio*
-Qué mala decisión hice
- ¡Claro que no! Si no hubiera dejado el pueblo aún estaría en las minas picando piedras como un torpe, viendo como los maestros tierra en entrenamiento se ríen de mí por no tener poderes
-Sí, ¡Pero no estaría aquí muriéndome de hambre!
-Deja de ver el lado negativo, si te hubieras quedado no habrías podido aprender con tranquilidad las técnicas de los monjes del aire, ni leer tantos pergaminos, ni aquellas prácticas de salto ¡Nada! Serías solamente un aldeano más en el pueblo, esperando a que el Avatar resuelva todo en vez de resolver tus problemas por tu cuenta y más rápido, tal y como lo haces ahora…

Empezaba a oscurecer y debido a la altura de los arboles no podía darse cuenta fácilmente de que el sol estaba ya muy bajo no había puesto nada para poder acampar y dormir seguro

- … ¡Ah! Olvídalo, necesito en este momento concentrarme pues está anocheciendo, y a juzgar por el color del cielo tengo menos de 30 minutos para escoger un buen lugar, prender el fuego y colgar mi cama

En ese preciso momento se detuvo, busco dos árboles que no estuvieran por más de 2 metros de distancia, encontró 2 cedros muy frondosos a una distancia de separación muy buena para sus expectativas, saco su soga, ató unos extraños nudos y cruzo la cuerda de tal manera que obtuvo algo parecido a hamaca; después subió a uno de los árboles y arranco unas cuantas ramas secas, bajo con cuidado, junto las ramas y de su mochila saco unas extrañas piedras -¡Ja! Cargo piedras en la mochila- se dijo a si mismo Jié, frotó unas cuantas veces las extrañas piedras hasta que soltaron una chispa que encendió las ramas y hojas secas logrando una fogata estable.

Al caer al fin la noche Jié sacó un pocillo de su mochila, lo lleno con un poco de agua de su cantimplora y después le puso una bolsita de tela con hierbas de té y lo puso a calentar en el fuego, era una noche fría y deseaba sentir algo cálido y que le recordara a casa. Después de beber el té subió a su hamaca, tomo su mochila, saco las rocas y después tomo la mochila y la uso de almohada para poder descansar…