El Dragón del Jazmín

Había oído hablar de un famoso bar donde servían té, en la zona alta de la ciudad. Nunca le había interesado mucho el té, apenas lo había probado, pero por curiosidad se dirigía al bar ese para probarlo. Era por la tarde, tal vez hubiera gente dentro. Sirina estaba ya llegando a la calle donde estaba, también con otros locales más. Vio arriba de un local un cartel donde ponía ''El Dragón del Jazmín''; era ese el nombre que recibía el local donde servían el mejor té de la ciudad, según la gente. Se adentró dentro del local. Pese a que había bastante gente, el local se encontraba en un ambiente tranquilo y sereno, al contrario que otros bares de Ba Sing Se. -Buenas.- saludó al entrar, de forma educada. Se dirigió a una pequeña mesa y se sentó.

Miró un poco a su alrededor y enseguida se fijó del ''camarero''. El camarero era un chico probablemente de su edad, guapísimo; era de piel pálida y tenía el pelo corto de color oscuro, llevaba ropa parecida a la de la gente de la ciudad, de tono verdoso, o más bien ese era el uniforme de los trabajadores de allí. Entonces vio algo especial y misterioso en el rostro del chico; una cicatriz. Parecía una quemadura, era grande y de color rojiza, le rodeaba el ojo izquierdo, aunque tampoco fue capaz de notar el color de sus ojos, pues estaba un poco lejos.

Se quedó unos instantes mirándolo con curiosidad, pensando cómo se habría podido hacer algo así. Apartó la mirada para no llamar su atención y no parecer una descarada. Permaneció sentada, esperando a que el chico la atendiese.

Resulta extraño decir que cuando un día es un tanto molesto el tiempo pasa con mayor lentitud casi como retando la paciencia de quien no la tiene. Zuko, el príncipe exiliado se mantenía ocupado sirviendo de camarero a quienes llegaran distrayendo asi su mente del desgaste emocional que este enfrentaba dia a dia en lo que para el aun seria una Nación Enemiga aun cuando la mayor parte del tiempo este ignorara ese miserable o mas bien humillante hecho. La tarde caia sobre los habitantes del reino, en la parte alta de la ciudad a traves de las puertas del Dragon de Jazmin se podia apreciar la belleza del atardecer. Belleza que el principe ignoraria gracias a su ocupado Oficio, de pronto aquel encargado de servir el Té y Prepararlo, Iroh se digno a llamar a su Camarero o mas bien Sobrino, Zuko, este atendió a su Llamado con rapidez.

-Zuko... No has notado como te ve esa hermosa señorita de allá?

Su Tio guiño su ojo al decirle esto, su intencion no era otra mas que conseguirle a Zuko una nueva vida social y que mejor que empezar por agradar a una hermosa Señorita como la que recien habia llegado y porsupuesto llamo la Atencion de Iroh al observar como ella veia a su Sobrino Zuko.

- Eh? ¿Ella? T-tio... Seguramente solo quiere algo de Té!

- Pues entonces ve a atenderla Príncipe Zuko, Recuerda ser muy amable con ella!

Debido a las Palabras de su Tio, Zuko se encontraba un poco nervioso al atender a la bella joven de larga cabellera y de ojos Azules como la mas pura Agua del Oceano, un Oceano que Zuko conocia casi como la palma de su mano al haber pasado tanto tiempo navegando sin resultado en él. Se acerco a la mesa donde se encontraba la joven, dibujo una sonrisa en su rostro y con un tono de voz amable le Dijo.

- Bienvenida al Dragon de Jazmin, Hogar del Mejor Té del Lugar, ¿En que puedo Servirle?

Se mantuvo de pie a la espera de la respuesta de la nueva clienta. El sol comenzaba a ocultarse un poco mas haciendo notar algunas estrellas en la apertura del cielo nocturno.

Vio cómo el propietario del local llamaba al camarero. El señor era viejito, de rostro amigable. El camarero se acercó a él. Sirina no pudo escuchar la conversación, pero se fijó en que el viejecito le guiñaba un ojo al camarero y éste, pareció ponerse nervioso por un instante. El camarero dio media vuelta y se acerco a ella, todavía un poco nervioso. A la chica se le aceleró un poco el corazón, era típico en ella; cada vez que veía un chico guapo se ponía así. No lo iba a negar, un millón de chicas matarían por tener un chico así. Se sonrojó levemente, y respondió a la pregunta que le hacía. -Un té, por favor.- respondió. No conocía los tés que habían, pero le daba igual cuál le servía, sólo era un té.

Pensó si podría haber un momento del día en el que pudiera establecer una conversación con él, porque sentía curiosidad. Tal vez fuera por su cicatriz, tal vez por su belleza, no se sabe, simplemente quería charlar con él... pero lo que sabía es que estaba deseando conocerle. Pues ella, Sirina, acababa de llegar a la ciudad y no conocía a nadie, seguramente por su timidez, además de que ambos tendrían los mismos años y podrían hablar de cosas típicas de los de su edad. Eso sí, la ciudad era enorme y podrían dar un paseo por ahí o algo. Sirina se quitó esas cosas de la cabeza, genial, ya estaba planeando ''una cita'' que seguramente no sucediera. Ahora en lo que se centraba era en que si se lanzaba ella a hablar, o, lo menos probable, que él lo hiciera.

OFF:

El chico se acercó a Sirina con la bandeja. Ella no pidió ningún té en especial, pues a ella le daba igual. El chico le dijo que le había traído un té cualquiera, ya que no especificó cuál quería. -No pasa nada, jeje.- le dijo. Sirina esperó a que el té se enfriase un poco, mientras que el camarero le volvió a hablar. Ya era de noche y pronto tendría que irse a su casa, ella acababa de llegar a Ba Sing Se y le daba un poco de miedo salir por ahí en una ciudad que apenas conocías, pero por otro lado quería descubrir más cosas de ellas. Pasado un minuto, bebió el té. El camarero se puso a hablarle de lo bonito que era la noche aquel día, y tenía razón, la noche estaba estupenda para poder salir. Por un momento se le ocurrió la absurda idea de que ambos podrían salir por ahí esa misma noche, a dar un paseo o cualquier otra cosa. Le daba muchísima vergüenza preguntárselo, pues no le conocía de nada y menos quería sonar atrevida. Bajó la cabeza un poco sonrojada por la idea que se le había ocurrido, aunque cuando la volvió a subir, miró directo al chico. -Oye...- empezó a decir, aún con un tono rosado en las mejillas. -¿Y si tú... y yo... salimos esta noche...?- le preguntó, con cierta timidez. -En plan amigos, ¿sabes?- le dijo, con una amigable sonrisa. Él había estado más tiempo que ella en Ba Sing Se, así que sabría si había algún sitio bonito que visitar o algo entretenido que hacer.