Larga espera

Fuego, fuego y más fuego, su cuerpo estaba exhausto, pero nunca lo admitiría, la princesa jamás debía presentar debilidad, la perfección era algo que la debería caracterizar siempre.
Se dejo caer en tierra, demostrando una debilidad que nadie debía ver, había muchos maestros fuego cerca, pero sabía que nadie siquiera intentaría observar lo que ocurría, apreciaba su vida.
Su atormentada alma se estaba rebelando, estaba cerca de su limite.
“¿Por qué?”
Sabía que algo estaba ocurriendo y que esto tenía directa relación con su hermano y tío, a pesar de haberse mostrado perfecta en cada ámbito de su vida, sobre todo desde el exilio de Zuko, su padre aun no lo daba la importancia que debería tener dentro del consejo, quería formar parte de el, era su lugar, ya que de momento ella era la sucesora, a no ser que el príncipe desterrado lograra su objetivo, cosa que era imposible, o aunque fuera posible, ella nunca permitiría.
Se sentó con los ojos cerrados en los restos del pasto de aquel jardín que hace minutos era hermoso, lleno de vida y verdor y que ahora estaba carbonizado.
Comenzó a exhalar, generando que el fuego azul que tan maravillados y atemorizados dejaba siempre a los mejores maestros fuego, cerro sus ojos y trato de calmarse, de volver a conseguir la compostura, mientras su fuego formaba un circulo a su alrededor. El fuego se movía de manera inestable, sus flamas crecían y bajaban sin un ritmo definido, su concentración no era total, su inestabilidad interna se reflejaba en su control.

“si mi padre me necesita, me lo dirá, no debo aventurarme a que se decepcione de mi, solo queda ser paciente y estar preparada, solo debo esperar”

Su fuego azul comenzó a llamear de forma suave, con ritmo
Abrió sus ojos y vio que ya no habian maestros fuego, mas bien no habia nadie cerca de los jardines. Había perdido la noción del tiempo, su fuego se esfumo dejando un circulo de ceniza donde alguna vez hubo césped.
Se puso de pie con su firme compostura, su debilidad, su duda, se había ido con el sol.

Mi misión es obedecer al Señor del Fuego.