~ Dejando Todo Atrás [I]

por **ValSmile** Vie Abr 19, 2013 10:59 pm

Cuando decidí levantarme y mirar atentamente la fría luz del sol que recorría arduamente por mi rostro, al igual que los rincones de mi habitación, pensaba en mi determinación. Había tomado la decisión. Ya estaba aburrida de tener que seguir las reglas de los maestros de la tribu y practicar lo que ellos querían que aprendiera. Mis sueños eran demasiado grandes y ambiciosos como para albergarlos en ese sitio cubierto de grandes murallas de hielo. Esta medida no fue cosa de un día para otro, esto ya lo había pensado hace bastante, sólo que ahora se los diría firmemente a mis padres. Mi corazón latía a mil por hora.
Una vez lista, salí de la habitación y me dirigí rauda a donde se encontraban mis padres. Ellos estaban desayunando y cuando vieron mi rostro, me observaban con preocupación. El ambiente de un momento a otro se puso tenso y un aire frío recorrió mi espalda. No sabía cómo se tomarían lo que les diría, pero, debía hacerlo ya que era la única forma de que ellos entendieran mis pensamientos y sentimientos.

Keith: ¿Hija qué sucede? *su mirada golpeaba en mi pecho y mis nervios seguían aumentando*

Val: Mamá, Papá *tragaba saliva y el frío que me rodeaba ya no era tanto* yo se que ustedes me han dado toda la libertad para vivir bajo mis decisiones, por el sólo hecho de no seguir las tradiciones de la tribu *doy un respiro, aprieto mis puños* yo- - quiero dejar este lugar.

Un silencio incomodo rondó el pequeño lugar de desayuno, en un momento pensé salir corriendo de ahí y no escuchar el reto de mi querido padre, él quien siempre me enseño de todo. Hoy sentía que le rompía el corazón con mi ingratitud.

Val: quiero ir afuera de estos grandes muros de hielo, no quiero solamente ser una curandera *miro a mamá con mi gesto más humilde* quiero aprender más sobre los conocimientos del agua control y he leído y escuchado historias de gente que vive en refugios y pantanos *tomo aire para seguir diciendo todo lo que siempre he querido soltar y mis padres siguen sin decir nada, me miran con sus caras de preocupación*

Keith: *mi madre se levanto finalmente de la silla y se acercaba muy seriamente hacia mi* Hija mía *me abrazó fuertemente, sentía como el calor de madre invadía mi cuerpo y su perfume hacía que mi olfato estuviera impregnado de ella, ese olor sólo es de mi madre* No puedo romper las alas de tus sueños, no puedo negarte a tus necesidades *la sentía sollozar y mi corazón se apretaba con sólo saber que era la causante de sus lagrimas, me aferré más a su abrazo ocultando mi rostro entre su ropaje* Pero tengo tanto miedo de que algo malo te suceda...

Mike: Nada malo le sucederá *oí la voz ronca de mi padre y no quise despegar mi cara de mi madre* no fueron en vano las enseñanzas que te di hija *escuche claramente lo que me había dicho, así que decidí verlo. Se agacho y fijó su impactante rostro hacia mi* Estoy orgulloso de ti, desde que supimos que vendrías a este mundo tu madre y yo sabíamos que serías un alma libre * mi padre siempre hablando con gran ímpetu y respeto, digno de admirar* Y estoy seguro que superaras las dificultades que este camino que has escogido te deparará, para cumplir tus sueños.

Val: *sollozando a más no poder* les prometo que estarán orgullosos de mi...

Keith: Hija, y espero que encuentres un marido *fue el comentario que hizo que mis lágrimas cayeran con una gran carcajada, ella siempre tenía ese tipo de humor en momentos menos indicados*

Mike: Que ni se te ocurra! *Mi padre como siempre, queriendo evitar a toda costa dicho suceso, veía su rostro de pocos amigos por oír aquel comentario*

Val: Los voy a extrañar tanto *dije finalmente abrazando a ambos y llorando, pero con una alegría que nadie podía borrar de mi rostro*

Ese abrazo lo recordaré toda la vida, fue el más cálido que pude haber sentido. Ahora que me encuentro en las afueras de la gran fortaleza que es la Tribu Agua del norte y veo su imponente muralla, con nuestro bello símbolo, siento que no hay vuelta atrás. Si, extrañaré a mi gente, mi tribu, sus colores, su azul inconfundible y hermoso, pero mi decisión ya fue tomada. Gracias a la góndola que mi padre pudo conseguirse, algo sucia y pequeña, puedo ir sin problemas a mi destino. No sé que me va a deparar. No sé cómo voy a enfrentar lo que se viene. Tengo miedo, siento los nervios en todo mi cuerpo, pero tengo más deseos de sorprenderme de las cosas nuevas que puedan suceder.